ENRIQUE MOSCONI Y NUESTRO PETROLEO


Hablar del petróleo argentino no es hablar meramente de un recurso natural, sino del debate sobre la propiedad y usufructo de los recursos energéticos del país o, como decía Mosconi, de “la fuente del progreso moral y material de los argentinos”. El conocimiento de la existencia de petróleo en estas tierras nos remonta al siglo XVII, específicamente a Salta, aun cuando no se supieran de todas sus potencialidades. 



La explotación privada se remonta al siglo XIX, tal como se intentó en Mendoza, aunque fracasara. Pero recién hace poco más de 100 años, el 13 de diciembre de 1907, se puede dar por iniciada la historia petrolífera argentina, cuando dos operarios nacionales enviaron desde Comodoro Rivadavia un telegrama a Buenos Aires, explicando que en lugar del agua que buscaban, se habían topado con petróleo a 535 metros de profundidad. Al día siguiente, el Estado argentino comenzó a regular firmemente la producción del petróleo en el país, creando una reserva pública a la cual las empresas privadas se les vedaba el acceso. 



Sin embargo, las opiniones al respecto divergían entre los diferentes espacios políticos y el mismo gobierno cedió terrenos adyacentes a las reservas fiscales a distintos capitales privados. Desde entonces, la disputa entre la producción estatal y la privada (incluida la importación) fue en aumento, a la par que crecía la demanda de combustibles. 



Con el advenimiento del yrigoyenismo y el creciente protagonismo de grupos de militares con ideas económicas nacionalistas, el Estado adquirió poderosas herramientas para competir, entre ellas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), creada en julio de 1922. 



Tras adquirir presencia en todas las etapas del proceso productivo (extracción, refinación y comercialización) y habiendo logrado previamente el autofinanciamiento  (es decir, sin precisar la ayuda del gobierno nacional), YPF pudo enfrentar una “guerra de precios”, obligando a las distribuidoras extranjeras como Standard Oil y Dutch-Shell a disminuir sus pretensiones. 



Designado titular de la Dirección General de YPF, el 19 de octubre de 1922, el general Mosconi consiguió a lo largo de sus ocho años de gestión que la empresa pasara de una producción de 348.888 metros cúbicos de petróleo de 1922 a 872.171 metros cúbicos en 1929. Defensor del patrimonio petrolífero del país, puso de manifiesto más de una vez su opinión adversa a los trusts. 

En ese sentido, Mosconi afirmó: “Dos organizaciones, la fiscal y la privada, no pueden coexistir, pues representan intereses antagónicos, destinados a vivir en una lucha de la cual sólo por excepción saldrá triunfante la organización estatista. Para asegurar para nuestro país la riqueza petrolera debe encararse a fondo la cuestión, siendo ello imposible de lograr mientras el Estado no monopolice íntegramente la explotación de sus yacimientos”.

"Podremos asegurar que el petróleo será para nuestro pueblo una fuente de progreso moral y material; tendremos la certidumbre de que nuestra política interna no sufrirá los contactos del oro infamante que conduce a la traición y que nuestras relaciones exteriores no serán nunca influenciadas por las ‘representaciones amistosas’ de las cancillerías extranjeras que respalden exigencias inauditas llamadas ‘derechos adquiridos’ de sus organizaciones petrolíferas, y nuestra Nación podrá gozar, en serena soberanía del usufructo de la riqueza petrolífera. ¡El petróleo argentino del pueblo y para el pueblo argentino!" 

En el transcurso de su mandato inauguró la Destilería de La Plata - en diciembre de 1925 - que entró en producción inmediatamente elaborando nafta, kerosene, fuel-oil y a menos de cinco meses de su habilitación, comenzó la producción de nafta de aviación. El año 1926 señala la entrada de YPF en el mercado de combustibles con sus propios productos. Dos años después comenzó la explotación de petróleo en Salta y debido a una intensa exploración llevada a cabo en la zona noroeste, se produjo en 1933 el descubrimiento petrolífero de Tranquitas.

En la faz comercial la empresa ganó terreno rápidamente bajo la gestión de Mosconi que en agosto de 1929 rebajó el precio de la nafta en todo el país concretando una nueva rebaja tres meses más tarde. Resalta aún más este acontecimiento comercial si se tiene en cuenta que desde 1928 tenía vigencia en el plano internacional el convenio Achnacarry - firmado entre Standard Oil, Royal Dutch, Shell y Anglo Persian - regido por el principio del “as is” y según el cual cada empresa conservaba la posición que tenía en el mercado en el momento en que se firmara el acuerdo.

Pero todo se lo llevará el vendaval del 6 de septiembre de 1930, hasta que en 1931, el presidente Uriburu lo citó en la Casa Rosada para anunciarle - para ordenarle - que viajara a Italia en misión de estudios. Era un destierro disfrazado, y continuará - aunque retorne al país - en esa condición. El general Justo lo designará director del Tiro y Esgrima de Ejército. Era algo inaudito. El viejo luchador quedaba relegado a un papel protocolar. Poco después un ataque de hemiplejia lo fulminaría y el 31 de diciembre era retirado de oficio como general de división. Inválido en el ostracismo político, fallecía el 4 de junio de 1940.

Al memorar su ejemplo -un ejemplo vigente para estos días-, vale la pena recordar aquella sentencia en la que afirmó: “Es bueno vitorear a la Patria, pero es mejor ayudarla a vivir contribuyendo a su engrandecimiento y bienestar”.



Fuentes: 
Enrique Mosconi, El petróleo norte argentino. 
Comentarios del Diario El Intransigente de la ciudad de Salta, Salta , 
Editorial El Intransigente, 1928, pág. XX.
Revista Todo es Historia (Edición Nº 151)