EL PALACIO DE AGUAS CORRIENTES

El Palacio de Aguas Corrientes de Buenos Aires (más conocido como Edificio de Aguas Argentinas), eregido en la manzana determinada por las actuales Córdoba, Ayacucho, Viamonte y Riobamba, es uno de los edificios más bellos de Buenos Aires y guarda en su interior buena parte de su historia y de la historia sanitaria de la ciudad. Además de poder apreciar piezas británicas con las que se hizo el palacio, es posible conocer los antiguos artefactos sanitarios, cañerías y piezas utilizadas desde principios de siglo pasado en viviendas porteñas, junto a maquetas, publicidad de época y hasta algunos planos aprobados de instalaciones sanitarias de edificios tales como la Casa de Gobierno y el Teatro Colón.

Fue construido entre 1887 y 1894 y está compuesto por más de 170 mil piezas cerámicas y más de 130 mil ladrillos esmaltados de la firma inglesa Royal Doulton. Asimismo, sus techos fueron cubiertos por pizarra traída de las canteras de Sedán, Francia.

Se dice que cada una de estas piezas llegó desde Europa en cajones numerados para facilitar su construcción. El arquitecto noruego Olaf Boye y el ingeniero Carlos Nystromer, fueron los encargados de armar este edificio como un gran rompecabezas en nombre de la empresa inglesa Bateman, Parsons and Bateman.

Para darle un toque nacional a este edificio importado, se agregaron piezas de terracota , y los escudos de las provincias argentinas y la capital Buenos Aires (14 provincias por entonces).

Por si fuera poco su interior alojaba 12 tanques metálicos con una capacidad para almacenar 72 millones de litros de agua. Las paredes perimetrales de mampostería de ladrillos tienen espesores que oscilan entre 1,80 metros en planta baja y 0,60 metros en el nivel del cornisamento superior. En el interior, una malla de 180 columnas metálicas dispuestas en damero, a una distancia de 6 metros entre sí, servían de estructura de apoyo para los 12 tanques de agua.

En 1987, el edificio fue declarado Museo Histórico Nacional.