VIOLENCIA, INDIFERENCIA E INTOLERANCIA

La violencia es el principal problema de la sociedad en la que vivimos y el agente de mayor preocupación de todos, principalmente aquellos que tenemos hijos.

Como causa de su actual propagación y recrudecimiento, habría que ubicar en primer lugar la indigna situación económica y social que atraviesan muchos sectores de la población. Como afirma Gregorio Klimovsky en un artículo del Diario Nación: "no es posible para quien no sabe cómo comerá al día siguiente, o cómo comerán sus hijos, tener algún aprecio por las conviccoines éticas o jurídicas". Si a esto sumamos la creciente brecha entre los distintos estratos sociales, que se manifiesta cotidianamente - sobre todo en el conurbano bonaerense donde es posible ver una camioneta 4x4 estacionada a pocas cuadras de una villa de emergencia - podemos deducir el grado de frustración y de resentimiento que eso puede llegar a provocar.

Mientras la sociedad no pueda revertir tan injusta situación, es dudoso que sea posible suprimir el fenómeno de la violencia.

Por otro lado, los gobiernos corruptos, la Justicia manipulada, la superficialidad y frivolidad en los más altos estrados, no cumplen una función ejemplificadora y mucho menos contenedora. Esto y un sistema educativo raquítico y descuidado, generan en la gente, especialmente en los jóvenes, una total indiferencia por las normas éticas y jurídicas.

La droga constituye otra faceta significativa del problema. Su uso se ha expandido inconmensurablemente en los últimos años, causando estragos en los niños y jóvenes más vulnerables, aquellos con mayores carencias educativas y afectivas. Jóvenes que en muchos casos, bajo los efectos de este flagelo, causan a su vez estragos en los demás.

Súmese a lo anterior el fenómeno de los ideólogos de la venganza, que consideran que la violencia se extirpa con más violencia, y piden a gritos desde sus escritorios, la pena de muerte como solución. En una palabra, otra de las fuentes de la violencia es la intolerancia.

La respuesta a cómo impedir la violencia escapa a nuestras capacidades, pero entendemos que habría que comenzar por solucionar los graves conflictos económico-sociales, combatir la corrupción, edificar una nueva cultura social apoyada en la ética y la moral educando fundamentalmente con el ejemplo, y por sobre todas las cosas bregar por la tolerancia y el respeto por la vida en todos los estratos de nuestra sociedad.





Por Gabriel Real  |  La Sodera 2012