Jean Paul Sartre es el único filósofo que profesa y ejerce formal y explícitamente el “modo de ser” existencialista. Vivió fiel a su sistema que se halla construido con rigurosa lógica, de un modo muy racionalista y hasta se puede decir que a priori. Declaró que “el existencialismo no es otra cosa que el esfuerzo de extraer todas las consecuencias de una posición atea coherente”.
Sartre atribuye a su existencialismo las siguientes características fundamentales:
El existencialismo es esencialmente ateo: Dios no existe, por tanto, no hay una naturaleza estrictamente humana que sería común a los hombres. No existe normativa ni ley que obligue al hombre a comportarse condicionalmente de determinada manera. El hombre está “condenado a ser libre”. Según Sartre, si Dios existiera, el hombre no sería libre; pero el hombre es libre, luego Dios no existe.
Al no existir Dios, la angustia y la desesperación son lo propio del hombre. El hombre no puede refugiarse ni remitirse a ningún Dios. Existe individualmente solo en el mundo, aunque rodeado de otros hombres y de cosas. No existen reglas morales definitorias a las que deba adscribirse, sino que cada uno debe asumir en su vida lo que quiere hacer de ella. Nada ni nadie garantiza que el hombre pueda ser feliz. Un permanente estado de angustia y desesperación son, entonces, inherentes a la vida humana.
El hombre es lo que hace. Tiene el imperativo de hacerse a sí mismo, sin quedarse paralizado en su desesperación. El mundo circundante será lo que él quiera que sea; o, al menos, debe intentarlo. Esta condición humana consiste, en tener que construir cada uno su propio e intransferible destino, asumir la condición finita y mortal del hombre, aceptar la condición de “estar arrojado” en la existencia.
Pero no está solo, se relaciona con las otras existencias; por tanto somos responsables de nosotros mismos, pero también de los demás. Lo que nosotros somos es lo que hemos elegido ser, pues somos lo que elegimos hacer. Pero cada uno de nuestros actos afectan a todos los hombres.
El existencialismo es un humanismo, ya que está en las manos del propio hombre vivir su vida en libertad y responsabilidad.
Su pensamiento, aunque no se encuentran en él ribetes poético-románticos, inspiró y alentó a los principales líderes revolucionarios del siglo XX y fue el estandarte de las revueltas estudiantiles del mayo francés en 1968.