CAMUS, EL HOMBRE REBELDE

Cuando en 1957 Albert Camus (Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960) recibió el Premio Nobel de Literatura, dedicó su discurso especialmente a Louis Germain, su profesor en la escuela primaria en Argel, quien lo alentó a realizar sus estudios y lo inició en la lectura de la filosofía, ciencia que lo apacionó y lo llevó a desarrollar una obra que con el tiempo trascendería toda frontera.

Camus provenía de una familia muy modesta, su padre, Lucien, trabajaba en una finca vitivinícola y falleció en combate durante la batalla del Marne, cuando él era muy pequeño, y su madre, Catalina, era analfabeta y casi totalmente sorda.

Si tenemos presentes estos datos, el agradecimiento eterno a tu antiguo profesor es por demás comprensible, y si tenemos presentes sus obras: "El extranjero", "La peste", "El extranjero", "El mito de Sísifo" o "El hombre rebelde", nosotros también le deberíamos dar las gracias.

He aquí algunas frases de este ilustre escritor, cuya vida se vio truncada tempranamente por un accidente automovilístico

"Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría".

"Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad".

"No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo".

"El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo".

"En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio".