El 17 de marzo de 1992 a las 14:42 hs. la ciudad de Buenos Aires se vio estremecida por una violenta explosión.
Un furgón Ford F-100 conducido por un suicida fue cargado con explosivos y estrellado contra el frente del edificio de la Embajada de Israel, causando la destrucción de la embajada, y daños a una iglesia católica y una escuela ubicada en un edificio cercano.
En el atentado terrorista murieron 29 personas e hirió otras 242. Fue el peor ataque terrorista en la historia de Argentina hasta el atentado terrorista contra la AMIA en 1994, y el peor ataque contra una misión diplomática israelí.
Los autores del ataque se cree que ingresaron al país a través de la región llamada triple frontera, el área donde confluyen las fronteras de Argentina, Paraguay y Brasil.
Los medios de comunicación cubrieron ampliamente la noticia. Desde todos los ángulos siguieron el heróico trabajo de los rescatistas, analizaron, debatieron y hasta abrieron hipótesis sobre los posibles autores de semejante crimen.
Un periodista desenfrenado, de quien no es preciso dar el nombre, extrajo una errática conclusión: "No sólo murió la gente del edificio, también murieron "inocentes" transeúntes y vecinos".