ROBESPIERRE, LA CABEZA DE LA REVOLUCION


La Libertad guíando al pueblo - Delacroix 1830
La Revolución Francesa quizo calar tan hondo que terminó perdiendo la cabeza. Es que Robespierre y sus muchachos jacobinos hicieron honor a la recomendación del diputado y cirujano Joseph Ignace Guillotin y emplearon la guillotina como arma masiva.

Primero los que eran opositores, luego los que podían serlo, y más tarde los que podrían llegar a serlo algún día, los franceses vivieron un período que muy acertadamente se conoce como "el Terror".

La revolución que cambiaría la cabeza de todos los hombres, a muchos se las quitó sin darle otra a cambio, incluso al propio Robespierre, que terminó recibiendo de su propia medicina.

Pero veamos qué sucedió en aquellos turbulentos años de fin de siglo XVIII.

La sociedad francesa de aquellos años estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados.

El primer estado era la Iglesia; sumaba unas 120.000 personas, poseía el 10% de las berras de Francia y no pagaba impuestos. Recibía de los campesinos el “diezmo”, es decir la décima parte del producto de sus cosechas. Sólo la Iglesia podía legalizar casamientos, nacimientos y defunciones, y la educación estaba en sus manos. 
El segundo estado era la nobleza, integrada por unas 350.000 personas. Dueños del 30 % de las tierras, los nobles estaban eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos los cargos públicos. Los campesinos les pagaban tributo y sólo podían venderles sus cosechas a ellos. Tenían tribunales propios, es decir que se juzgaban a sí mismos. 
El tercer estado comprendía al 98% de la población, y su composición era muy variada. Por un lado estaba la burguesía, formada por los ricos financistas y banqueros que hacían negocios con el estado; los artesanos, funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte, existían campesinos libres, muy pequeños propietarios, arrendatarios y jornaleros. El proletariado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas. Finalmente estaban los siervos, que debían trabajo y obediencia a sus señores. El tercer estado carecía de poder y decisión política, pero pagaba todos los impuestos, hacía los peores trabajos y no tenía ningún derecho. La burguesía necesitaba tener acceso al poder y manejar un estado centralizado que protegiera e impulsara sus actividades económicas, tal como venía ocurriendo en Inglaterra.

Francia se hallaba bajo el dominio de una monarquía absolutista, el poder del rey Luis XVI y de la nobleza era la base de este régimen y las cosas no andaban nada bien en el plano económico.

"Los gastos militares y un lustro de malas cosechas crearon una gravísima situación social. La mayoría de la población se vio en la miseria mientras el lujo y el despilfarro del rey y la nobleza continuaban como si nada. Luis XVI se negó a realizar cualquier tipo de reforma y defendió los privilegios de la aristocracia frente al hambre de sus súbditos, que se estaban hartando de la injusticia." (Felipe Pigna).

Al mismo tiempo, el envío de tropas a América de Norte, para defender su posiciones territoriales, ante el avance de gobierno inglés, en la guerra de los Estados Unidos, endeudó mucho más a la monarquía.

La reseta para la solución es bien conocida por todos porque es tan vieja como perecedera, aumento de impuestos para la burguesía y aumento de explotación para los campesinos que trabajaban en sus tierras, a quienes se les exigió mayores contribuciones.

Viendo que los ánimos se estaban caldeando, la nobleza exigió que se llamara a Estados Generales, para el tratamiento de una ley de impuestos. La monarquía prácticamente arruinada económicamente y sin el apoyo de gran parte de la nobleza, quedaba sola.

Cuando se reunieron en los Estados Generales (1789), la situación de Francia estaba sumamente comprometida. El primer problema que tuvieron que resolver fue el sistema de conteo de votos, ya que la nobleza y el clero, que pertenecían a un estamento privilegiado, superaban en número a la burguesía, y por lo tanto siempre se tomaban las decisiones que a este sector le convenía. En cuanto la burguesía pudo tomar el control de la situación, comenzó a sesionar como Asamblea Nacional, y juraron solemnemente que ésta no se disolvería hasta tanto no se logre conformar una Constitución Nacional.

En 14 de Julio de 1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado por la nobleza, los campesinos, que en medio de una agitada multitud revolucionaria formada por hombres y mujeres, saturados de injusticias y de hambre, se dirigieron violentamente a la Bastilla, símbolo del régimen absolutista, que funcionaba como cárcel de los opositores al sistema de gobierno, y la tomaron por la fuerza. Esta demostración atemorizó a los partidarios del antiguo sistema, y sirvió para inclinar la balanza en favor de los revolucionarios, desplazando así del poder a los nobles y partidarios del absolutismo.

Paralelamente se produjeron en las zonas rurales levantamientos de los campesinos contra los señores feudales, los cuales fueron asesinados, y sus castillos saqueados e incendiados. A este movimiento social por la justicia y fraternidad de los hombres en 1789, se lo conoce como el Gran Miedo.

La Asamblea Nacional estaba formada por la burguesía, que inicialmente para luchar contra la monarquía, lo hizo en forma unificada, pero en realidad no era una clase social homogénea, sino que estaba dividida en la alta burguesía - banqueros, financistas, comerciantes, propietarios - y en la baja burguesía formada por los profesionales (abogados y médicos), pequeños comerciantes y dueños de talleres.

Robespierre, el incorruptible
Cuando llegó el momento de decidir por la forma de gobierno, la alta burguesía apoyó a los girondinos, oriundos de la provincia de La Gironda, que querían llegar a un acuerdo con la monarquía e instaurar una monarquía constitucional, es decir, tenían una actitud moderadora respecto a los cambios políticos. Por otro lado estaban los jacobinos, liderados por Maximilien Robespierre, que tenían ideas más revolucionarias y de cambios radicales, con tendencia a la instauración de una república democrática, con derechos a la participación política y con la aplicación de medidas más equitativas para la repartición de la riqueza y la lucha contra el hambre popular. Dicho nombre proviene de la calle San Jacobo, donde se ubicaba el convento donde se reunían sus asambleas.

Los diputados de la asamblea, decidieron eliminar los privilegios de la nobleza, se les obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia. Pocos días después la asamblea dictó la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, proclama que se transformó en la síntesis de las ideas revolucionarias, basadas en tres banderas: igualdad, fraternidad y libertad. Les interesaba la libertad para comerciar, la defensa de la propiedad privada y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.

El 3 de Septiembre de 1789, se proclamó la Constitución de carácter moderado, en donde la alta burguesía había logrado prevalecer sus ideales, de negociar con el antiguo régimen, quedando a cargo del poder ejecutivo el rey (Luis XVI), el poder legislativo lo ejerció una asamblea formada por la burguesía y el poder judicial se compuso de jueces electos. Se estableció que sólo podían votar aquellos que pagaban ciertos impuestos, y de esta manera se puso en evidencia que las banderas de igualdad proclamada por los revolucionarios tenía ciertas limitaciones.


Añadir Ejecución de Luis XVI
De esta manera la nobleza se vio con sus poderes recortados, lo que los motivó a tratar de crear alianzas y buscar apoyos en otros países con gobiernos absolutistas, y de paso tratar de evitar que estos movimientos se expandan a otros reinos, y para ello no había más remedio que la guerra. Países como Austria y Prusia, atacaron a los franceses en los límites de su territorio y lograron contenerlos, pero los cuidados que tuvieron los países limítrofes con Luis XVI, hicieron evidente la alianza que existía entre éste y la intervención extranjera. El pueblo francés destronó al rey, y luego los muchachos de Robespierre lo decapitaron. Más tarde hicieron lo mismo con su mujer: María Antonieta. La asamblea nacional fue desplazada y un nuevo cuerpo de representantes reunidos en una Convención, comenzó a dirigir el nuevo gobierno republicano, liderado por la baja burguesía, dependiente del partido jacobino.

Desde 1792 los jacobinos lograron el control de la Convención - para lo cual se habían asegurado el apoyo de otro sector importante, más humilde y popular, los sans-cullots -, pero la cosa no fue nada fácil, la revolución debió enfrentarse con una fuerte contrarrevolución y tuvo que tomar caminos inesperados y violentos ganándose cada vez más cuestionamientos y eventualmente nuevos enemigos. En el plano exterior debió frenar el avance de los ejércitos extranjeros, en el plano interior debió combatir la aristocracia, y terminar con la resistencia de los girondinos, que se oponían a la nueva forma de gobierno.

Con Robespierre a la cabeza, completamente intransigente y decidido a llevar la revolución al máximo de sus consecuencitas, los jacobinos establecieron lo que se conoció como el Terror. Para ello instauró el Comité de Salvación Pública, encargado se controlar, castigar y llegado el caso juzgar y otorgar la pena capital a todos aquellos que no apoyaban el sistema de gobierno republicano.

La historia nos ha enseñado que cuando empiezan este tipo de persecusiones políticas, se cometen excesos, y como dijimos al comenzar este artículo, uno porque sí y otro por si, lo cierto es que comenzaron a rodar cabezas por doquier.

Paralelamente las medidas tomadas por la Convención no pudieron atender a todas las exigencias del sector popular, que seguían sufriendo la crisis económica. Se trató de llevar un control de precios para los alimentos básicos, aplicando severa penas a quienes no las acataban, pero no se logró el efecto deseado, lo que llevó al sector de los sans-culottes a romper su alianza con los jacobinos, creando una fisura y debilidad al partido gobernante.

Las reformas de Robespierre concitaron muy pronto la oposición de la mayor parte de la burguesía, que veía peligrar sus propiedades. Por otro lado, su forma dictatorial de gobernar, desagradaba a muchos porque a cualquier crítica se respondía con la detención y la muerte. Cuando la guerra dejó de ser un problema y las victorias del ejército republicano garantizaban la estabilidad de la República, gran parte de los diputados de la Convención se pusieron de acuerdo para dictar una orden de detención contra Robespierre.

El 28 de julio de 1794 Maximilien Robespierre, para variar, fue guillotinado.

Conociendo la debilidad de este gobierno, la alta burguesía aprovechando la situación, y deseosos de terminar con los “excesos del populacho” en Julio de 1794, produjeron un golpe de estado, desplazando la república y creando un Directorio, que para lograr su autoridad se apoyaron en los militares. Los líderes de la Convención fueron... guillotinados.

El Directorio, eliminó la libertad política de votar a los más humildes, se eliminó el control de precios y se tomaron medidas que favorecieron a los comerciantes y especuladores. Este nuevo régimen fue contestado tanto por los realistas, partidarios de volver al Antiguo Régimen, como por las clases populares, de­cepcionadas por el nuevo rumbo político. Así, el sistema fue evolucionando hacia un autoritarismo, que acabó por recurrir al ejército y entregarle el poder. De todas maneras, el sector popular siguió pasando por las mismas penurias de siempre y míseras condiciones de vida.

Entre los militares que apoyaban al Directorio, se encontraba Napoleón Bonaparte, que no tardó en hacerse del poder, mediante un golpe militar, aprovechando el gran prestigio que se había ganado en las diversas victorias militares en otros países. En 1799 se apoderó del gobierno se Francia, y se coronó como Primer Cónsul, concentrando cada vez más poder, hasta llegar a emperador en 1804.

La Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo en Europa, a fines del siglo XVIII. No fue sólo importante para Francia, sino que sirvió de ejemplo para otros países en donde se desataron conflictos sociales similares, en contra de un régimen anacrónico y opresor, como era la monarquía. Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias, sobre los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista.