ABRAHAM LINCOLN Y LA ESCLAVITUD


Viendo hoy lo que dura el mandato de un Presidente de Estados Unidos, en algunos casos tardan demasiado estos americanos en poner de patitas en la calle a sus presidentes, resulta increíble que una figura tan mediática, nombrada y reconocida como Abraham Lincoln sólo estuviera cuatro años al frente de la primera potencia mundial.

Pero claro, hay que decir que llegó a la Casa Blanca en uno de los momentos más críticos de la nación, la Guerra Civil. Gracias a ello sus apenas cuatro años le han valido para ser reconocido como uno de los mejores presidentes que ha tenido el país. Su mandato y las trágicas circunstancias de su muerte han hecho de él una figura legendaria.

Ya su infancia no fue un camino de rosas, al morir su madre cuando Abraham apenas tenía nueve años, en 1818. Su padre pronto rehizo su vida con Sarah Bush Johnston, quien no trató muy bien al joven Lincoln que digamos. Lo hizo trabajar demasiado para sustentar a la familia, hasta que todos se mudaron a Illinois cuando Abraham tenía 21 años.

Allí Abraham construyó una pequeña barcaza y trabajaba como barquero, hasta que poco después se trasladó a New Salem para independizarse. Poco después estalló la Guerra del Halcón Negro, y tuvo que alistarse en el ejército, ocasión que vio propicia para presentarse a las elecciones de New Salem, en la que ya era bastante conocido.

No fue sino hasta 1834 cuando ganó las elecciones en New Salem, repitiendo en 1836, 1838 y 1840. De ahí se fue preparando para alcanzar el Senado de Estados Unidos en 1854 con el Partido Republicano.

En 1860 fue elegido de entre varios candidatos como candidado por el Partido Republicano a la presidencia del país, poder que obtuvo en las elecciones del 6 de noviembre de 1860.

Su actitud carismática y cercana con la gente le hacían un presidente muy humano y sencillo, además de ser un férreo opositor de la esclavitud, lo cual le causó ganarse no pocos enemigos. Los rumores de posibles atentados y conspiraciones en su contra eran constantes, algo que él sabía muy bien. Sin embargo siempre hizo caso omiso al respecto; tal era su temple, que un día se hallaba caminando entre la gente cuando sonó un disparo. Todo el mundo atinó a agacharse y a cubrirse. La bala pasó tan cerca de su cabeza que su sombrero salió volando. El se mantuvo inmutable y dijo: "Creo que alguien intentó matarme", antes de continuar con su marcha.

Su presidencia estuvo marcada por la disolución de la Unión y el estallido de la Guerra Civil. Los primeros años no fueron muy buenos para el norte, quien parecía tener las mejores fábricas, pero la cosa no cambió hasta la Batalla de Gettysburg. Fue precisamente tras aquella batalla cuando Lincoln lanzó en pocas palabras uno de los discursos políticos más grandes de la historia :

“Hace ocho décadas y siete años, nuestros padres hicieron nacer en este continente una nueva nación concebida en la libertad y consagrada al principio de que todas las personas son creadas iguales.

Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil que pone a prueba si esta nación, o cualquier nación así concebida y así consagrada, puede perdurar en el tiempo. Estamos reunidos en un gran campo de batalla de esa guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como último lugar de descanso para aquellos que dieron aquí sus vidas para que esta nación pudiera vivir. Es absolutamente correcto y apropiado que hagamos tal cosa.

Pero, en un sentido más amplio, nosotros no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos santificar este terreno. Los valientes hombres, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han consagrado ya muy por encima de nuestro pobre poder de añadir o restarle algo. El mundo apenas advertirá y no recordará por mucho tiempo lo que aquí decimos, pero nunca podrá olvidar lo que ellos hicieron aquí. Somos, más bien, nosotros, los vivos, los que debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que, aquellos que aquí lucharon, hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que, de estos muertos a los que honramos, tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron hasta la última medida completa de celo. Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra.”

Sin embargo, el 15 de abril de 1865, mientras asistía a una representación en el Teatro Ford de Washington fue disparado por la espalda por John Wilkes Booth cuando el presidente se sentaba en su palco.

El ganó la guerra contra la esclavitud, pero lo previsible sucedió, y perdió su vida.