LA CATASTROFE DEL WILHELM GUSTLOFF


Todos ustedes conocen la historia del Titanic y no sólo por la película de James Cameron, sino porque es más que famoso su final. Fue una terrible tragedia, pero a pesar de todo no fue el mayor de los desastres ocurridos en el mar.

El transatlántico alemán Wilhelm Gustloff fue hundido por un submarino soviético durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de haber sido un barco de recreo, en aquel momento prestaba un servicio militar y estaba evacuando a 1.656 militares y casi 9.000 civiles cuando fue atacado.


Era el 30 de enero de 1945 y el Wilhelm Gustloff formaba parte de la operación Anibal, por la que se evacuaban tropas y civiles de Prusia Oriental, entre otros lugares, hacia Alemania, para evitar al ejército rojo, que avanzaba hacia el oeste rápidamente.


A las 21.30 navegaba cerca de la isla danesa de Bornholm cuando encendió sus luces para evitar cualquier tipo de coalición. Esa fue su jugada fatal, ya que fue divisado por el submarino S-13 de la flota rusa que tenía como misión rastrillar la zona para impedir cualquier tipo de movimiento enemigo.

Tres misiles fueron lanzados y los tres dieron de pleno en el Gustloff: el primero debajo de la línea del mar, que lo desestabilizó e hizo entrar gran cantidad de agua, el segundo en la popa y el tercero en el medio de la embarcación, con la idea de partirlo definitivamente, el golpe mortal.

En menos de 50 minutos el gran crucero alemán se fue a pique a más de 40 metros de profundidad en el mar Báltico y se llevó la vida de 9.343 personas entre ellos mujeres y niños. Solo 1.239 sobrevivieron y fueron rescatadas por pequeñas embarcaciones germanas que llegaron para socorrerlas.

Lo paradójico de esta historia consiste en los detalles de fabricación del submarino S-13, que fue confeccionado en Holanda antes de la guerra por una compañía de capitales alemanes que luego lo vendió a Stalin. De modo que los rusos mataron más de 9 mil alemanes con su propia producción nacional. Dentro de lo malo que es morir, preferible hacerlo con elementos caseros.

Así concluye la historia del hundimiento de este barco alemán, la mayor catástrofe de la historia, que fuera orgullo de las fuerzas nazis que invadieron el oriente europeo y que sirvió durante buena parte de su vida a pasear jerarcas de alto rango por las costas de Europa, luego fue hospital naval para los soldados y finalmente buque de guerra. Su último uso pretendía salvar a miles de refugiados pero terminó condenándolos a muerte.
 
Dicho esto, parece que le queda al Titanic el dudoso honor de ser la mayor catástrofe en tiempos de paz, eso sí.