El mito comenzó a forjarse cuando el sello Motown contrató a Gaye para tocar la batería en canciones de Martha & The Vandellas o The Miracles. En 1961, Gaye emprendía su carrera en solitario, lanzando un disco que fracasó estrepitosamente. No obstante, el fiasco no le pasó factura a Gaye, ennoviado con Anna, la hermana del mandamás de la discográfica Berry Gordy.
Gaye tardaría poco en redimirse como artista. A finales de los 60 ya era uno de los músicos que más beneficios generaba, gracias en parte a sus exitosos duetos con artistas femeninas. Con Tammi Terrell conformó un tándem soberbio, firmando temas inolvidables como 'Ain't No Mountain High Enough' o 'You're All I Need To Get By'.
Aunque los rumores al respecto eran incesantes, Terrell y Gaye nunca trasladaron su química más allá del escenario. Estaban unidos por una amistad inquebrantable, y cuando su compañera falleció en 1970 por un tumor cerebral, él mostró los primeros síntomas de desequilibrio. En el funeral, Gaye estaba tan afectado que hablaba con el cuerpo en el ataúd como si ella fuese a abrir sus labios tumefactos y replicar.
Profundamente abatido por la pérdida, Gaye se planteó retirarse de la música. Llegó incluso a probar fortuna en el fútbol americano, pero su experiencia con los Detroit Lions fue efímera. Cuando regresó a los estudios de grabación, unos meses después y con las heridas aún por cicatrizar, Marvin Gaye rubricó el imponente 'What's Going On?', acaso su disco más emblemático.
La repercusión del álbum permitió a Gaye renegociar los términos de su contrato. No sólo se convirtió en el artista negro mejor pagado de la época, sino que asumió pleno control creativo sobre sus canciones, una auténtica anomalía en los estrictos engranajes de Motown.
Y no hubo motivos para el arrepentimiento, porque el todopoderoso Gaye enseguida firmó el memorable 'Let's Get It On'. Aquel disco, y la canción que le daba título, era un vendaval de sensualidad. Era música cargada de erotismo, energía y aroma carnal.
Gaye, por su parte, fue padre de tres hijos en dos matrimonios. Con Anna Gordy, 17 años mayor que él, adoptó. Luego tendría dos con Janis Hunter, a la que conoció cuando era apenas una adolescente, precipitando su primer divorcio. Sin embargo, su pasión por Janis era destructiva y este segundo matrimonio duró un año.
Gaye tardaría poco en redimirse como artista. A finales de los 60 ya era uno de los músicos que más beneficios generaba, gracias en parte a sus exitosos duetos con artistas femeninas. Con Tammi Terrell conformó un tándem soberbio, firmando temas inolvidables como 'Ain't No Mountain High Enough' o 'You're All I Need To Get By'.
Aunque los rumores al respecto eran incesantes, Terrell y Gaye nunca trasladaron su química más allá del escenario. Estaban unidos por una amistad inquebrantable, y cuando su compañera falleció en 1970 por un tumor cerebral, él mostró los primeros síntomas de desequilibrio. En el funeral, Gaye estaba tan afectado que hablaba con el cuerpo en el ataúd como si ella fuese a abrir sus labios tumefactos y replicar.
Profundamente abatido por la pérdida, Gaye se planteó retirarse de la música. Llegó incluso a probar fortuna en el fútbol americano, pero su experiencia con los Detroit Lions fue efímera. Cuando regresó a los estudios de grabación, unos meses después y con las heridas aún por cicatrizar, Marvin Gaye rubricó el imponente 'What's Going On?', acaso su disco más emblemático.
La repercusión del álbum permitió a Gaye renegociar los términos de su contrato. No sólo se convirtió en el artista negro mejor pagado de la época, sino que asumió pleno control creativo sobre sus canciones, una auténtica anomalía en los estrictos engranajes de Motown.
Y no hubo motivos para el arrepentimiento, porque el todopoderoso Gaye enseguida firmó el memorable 'Let's Get It On'. Aquel disco, y la canción que le daba título, era un vendaval de sensualidad. Era música cargada de erotismo, energía y aroma carnal.
Gaye, por su parte, fue padre de tres hijos en dos matrimonios. Con Anna Gordy, 17 años mayor que él, adoptó. Luego tendría dos con Janis Hunter, a la que conoció cuando era apenas una adolescente, precipitando su primer divorcio. Sin embargo, su pasión por Janis era destructiva y este segundo matrimonio duró un año.
Con su vida sentimental reducida a cenizas, Gaye comenzó a comportarse erráticamente. Se presentó siete horas tarde a un concierto para la Princesa Margarita en Londres, y rompió con Motown tras una agria polémica por cuestiones de producción. Fichó por Columbia Records y se mudó a Ostende. Allí registró 'Midnight Love'. Este disco restauraba la reputación de Gaye, que fue invitado a cantar el himno estadounidense en el All-Star de la NBA de 1983.
Fue una interpretación emotiva, que no presagiaba el infierno que se desataría inevitablemente en la vida de Gaye. Acuciado por las deudas con el fisco, sus problemas con las drogas y su incipiente locura terminaron de aflorar.
Suspendió la gira de 'Midnight Love' al cabo de un par de actuaciones y volvió a casa de sus padres. Sumido en pleno declive artístico y emocional, Marvin Gaye estaba convencido de que existía una conspiración para asesinarlo. Instalado cómodamente en el hogar familiar, devoraba porno y se empolvaba la nariz a ritmo de vértigo, sin abandonar jamás su revólver.
Eso sí, ya no vestía chaleco antibalas sino un cómodo albornoz. Gaye bajó la guardia porque ni en su más alucinada paranoia sospechó que sería su padre quien apretara el gatillo.
Era el fatal desenlace a una retahíla de trifulcas entre padre e hijo. Marvin Gay 'Senior', reverendo de profesión, desaprobaba el estilo de vida de su primogénito, dos veces divorciado y drogadicto irredimible. Además, Marvin 'Junior' había añadido una 'e' a su apellido no sólo para imitar a su admirado Sam Cooke, sino para distanciarse de un progenitor que había abusado de él en la infancia.
La fama de Marvin Gaye no hacía sino avivar el resentimiento de su padre, que le descerrajó un disparo letal tras una discusión absurda.
El padre del cantante fue enjuiciado y cumplió seis años de condena, antes de morir en un asilo en 1998. Durante su estancia en presidio, algunos reclusos le preguntaron al señor Gay si había amado a su hijo. Su respuesta, impagable: "Digamos que no me disgustaba".
Fue una interpretación emotiva, que no presagiaba el infierno que se desataría inevitablemente en la vida de Gaye. Acuciado por las deudas con el fisco, sus problemas con las drogas y su incipiente locura terminaron de aflorar.
Suspendió la gira de 'Midnight Love' al cabo de un par de actuaciones y volvió a casa de sus padres. Sumido en pleno declive artístico y emocional, Marvin Gaye estaba convencido de que existía una conspiración para asesinarlo. Instalado cómodamente en el hogar familiar, devoraba porno y se empolvaba la nariz a ritmo de vértigo, sin abandonar jamás su revólver.
Eso sí, ya no vestía chaleco antibalas sino un cómodo albornoz. Gaye bajó la guardia porque ni en su más alucinada paranoia sospechó que sería su padre quien apretara el gatillo.
Era el fatal desenlace a una retahíla de trifulcas entre padre e hijo. Marvin Gay 'Senior', reverendo de profesión, desaprobaba el estilo de vida de su primogénito, dos veces divorciado y drogadicto irredimible. Además, Marvin 'Junior' había añadido una 'e' a su apellido no sólo para imitar a su admirado Sam Cooke, sino para distanciarse de un progenitor que había abusado de él en la infancia.
La fama de Marvin Gaye no hacía sino avivar el resentimiento de su padre, que le descerrajó un disparo letal tras una discusión absurda.
El padre del cantante fue enjuiciado y cumplió seis años de condena, antes de morir en un asilo en 1998. Durante su estancia en presidio, algunos reclusos le preguntaron al señor Gay si había amado a su hijo. Su respuesta, impagable: "Digamos que no me disgustaba".