Caía la tarde del 6 de mayo de 1937 mientras el Hindenburg realizaba su aproximación para aterrizar en la Estación Aérea Naval de Lakehurst, en Nueva Jersey. Súbitamente, una lengua de fuego lamió la parte trasera del dirigible; 34 segundos bastaron para que la nave entera fuese consumida por el fuego.
El 3 de mayo de 1937, bajo el mando del capitán Max Pruss, el zeppelín había partido de Frankfurt, Alemania. Este viaje fue el primero de la temporada 1937 para el servicio de pasajeros entre Europa y los Estados Unidos y no fue tan popular como la temporada de 1936. En 1936, el Hindenburg había completado con éxito diez viajes (1.002 pasajeros), rechazando clientes. En el presente viaje, el primero de la temporada 1937, el Hindenburg sólo llevaba 36 pasajeros, la mitad de su capacidad.
61 tripulantes garantizaban que la lujosa experiencia valiera la pequeña fortuna abonada por el boleto.
La tarde de la catástrofe, una tormenta ensombrecía el cielo sobre la Estación Aérea Naval de Lakehurst (Nueva Jersey). El capitán Pruss había recibido informes que anunciaban vientos de hasta 25 nudos, algo peligroso para el dirigible, por lo que dirigió la aeronave hacia el sur y luego hacia el norte, volando en círculos mientras aguardaba que el clima mejorase.
Tras evolucionar favorablemente el clima, el Hindenburg apareció sobre Lakehurst, sobrevolando la pista antes de aterrizar. El capitán Pruss intentó frenar el dirigible para reducir su altura. Tal vez preocupado por el clima, el capitán hizo girar la nave a la izquierda al acercarse a la torre de amarre.
Dado que el Hindenburg poseía una cola algo pesada, se liberaron 600 Kg. de agua de lastre. Como la popa aún seguía pesada, el Hindenburg se deshizo de otros 500 Kg., empapando algunos espectadores.
A las 7:21, el Hindenburg aún se encontraba a 305 metros de distancia del mástil de amarre y aproximadamente 92 metros en el aire. La mayoría de los pasajeros estaba junto a las ventanas esperando a saludar a sus familiares y amigos. Los cinco oficiales de a bordo se encontraban en la sala de mando. Otros miembros de la tripulación permanecían en la cola listos para liberar las amarras y dejar caer la rueda de aterrizaje trasera.
A las 7:25, testigos vieron una pequeña llama en forma de hongo elevarse en la sección de cola del Hindenburg. Los miembros de la tripulación ubicados en la cola de la aeronave dijeron haber escuchado una detonación similar a la de un quemador de estufa de gas encendiéndose. En cuestión de segundos, el fuego envolvió la cola y se extendió rápidamente hacia adelante. La sección media estalló en llamas incluso antes que la cola del Hindenburg tocara el suelo. Sólo fueron necesarios 34 segundos para que la nave entera fuera consumida por las llamas.
Los pasajeros y la tripulación sólo tuvieron unos segundos para reaccionar. Algunos saltaron por las ventanas, otros simplemente cayeron. Como el Hindenburg aún estaba a 92 metros de altura (aproximadamente 30 pisos de apartamentos) cuando se prendió fuego, muchos de estos pasajeros no sobrevivieron a la caída. Otros pasajeros quedaron atrapados dentro de la nave, bajo el peso de la estructura y mobiliario. Los restantes pasajeros y la tripulación saltaron de la nave una vez que se acercó a tierra.
El personal de tierra, que había estado allí para ayudar a la nave a aterrizar, se convirtió en un equipo de rescate. Los heridos fueron trasladados a la enfermería del campo de aviación, los muertos fueron llevados a la sala de prensa, la morgue improvisada.
Teniendo en cuenta la rapidez de la catástrofe, es sorprendente que sólo 35 de los 97 hombres y mujeres a bordo, además de un miembro de la tripulación de tierra, murieran en el desastre del Hindenburg. Esta tragedia puso fin al servicio comercial de pasajeros en embarcaciones rígidas.
Aunque en el momento se especuló que el incendio fue causado por una fuga de gas hidrógeno, encendida por una chispa de electricidad estática, las verdaderas causas del desastre aún siguen sin determinarse, siendo materia de controversia.