En una ocasión, se acercaron dos hombres a un hospital a visitar un paciente. El hombre fue llevado a la cama del paciente en cuestion y el acompañante se quedó esperándolo, pero una enfermera, se le acercó al verlo demacrado, tan sucio y tan mal vestido, y lo llevó fuera del recinto a un patio anexo al vestibulo. Lo sentó en un banco y le dio un tazón de vino para que se entretuviera, al tiempo que buscaba un doctor para avisarle que había un mendigo en el patio. Cuando éste se acercó, quedó estupefacto. El mendigo en cuestión era Ludwig Van Beethoven.
Desaliñado y extraño, Beethoven solía ir por la calle con ropas viejas, con los pelos desordenados, gritando las melodías que se le ocurrían a plena voz (el no podía oírse) y anotándolas en un cuaderno.
En una ocasión, se hallaba en un restaurante tan absorvido por sus ideas, que se sentó en la mesa y se mantuvo allí horas y horas hasta que anocheció.
Desaliñado y extraño, Beethoven solía ir por la calle con ropas viejas, con los pelos desordenados, gritando las melodías que se le ocurrían a plena voz (el no podía oírse) y anotándolas en un cuaderno.
En una ocasión, se hallaba en un restaurante tan absorvido por sus ideas, que se sentó en la mesa y se mantuvo allí horas y horas hasta que anocheció.
Cuando al final volvió en si, dijo: ¿Camarero me puede decir cuanto le debo?
Y el camarero respondió:"señor, usted no ha ordenado nada"