En mayo de 1940 se tuvo que llevar a cabo una enorme operación de evacuación, ya que el avance del ejército alemán por territorio francés había causado un bloqueo del ejército aliado dejándolo aislado y rodeado. La vía de escape para aquel ejército se abrió en Dunkerque, cerca de Calais, en territorio francés. El Almirantazgo británico pidió ayuda de manera desesperada a cualquier barco, por pequeño que fuera, capaz de navegar y colaborar en la evacuación: yates, barcos de pesca, lanchas a motor… todo era útil. Por supuesto, las labores de evacuación convertían en blanco fácil para los aviones alemanes tanto a los hombres que esperaban embarcar como a las propias naves. Aquella operación suponía la evacuación de trescientos treinta mil hombres, franceses y británicos en su mayoría, lo que suponía un verdadero reto.
Uno de los muchos héroes anónimos que contribuyó en la operación y que colaboró a salvar vidas poniendo en riesgo la suya propia fue un jubilado llamado Charles Lightoller. Puso todo su empeño en salvar a tantos hombres como pudo, sabiendo que el tiempo jugaba en contra y que cada minuto en la playa suponía un riesgo si el ejército alemán acababa llegando allí y atacando. Lightoller disponía únicamente de un pequeño yate con el que cruzó varias veces el Canal de la Mancha, poniendo en peligro su vida al sobrecargar la nave y, por supuesto, al convertirse en blanco de los aviones alemanes.
Lightoller no estaba dispuesto a rendirse, no estaba dispuesto a dejar hombres morir en la playa o incluso en el agua. En su pasado, treinta años antes, se había encontrado en una situación parecida, en la que la escasez de botes había producido finalmente la muerte de muchas personas. Quizás en aquel momento, en 1940, nuestro héroe pensaba en la noche de abril de 1912 cuando siendo segundo oficial del Titanic vio morir a hombres y mujeres entre el hielo por no tener un bote al que subirse. En Dunkerque, él ayudó, con sus propios medios, a que no faltaran las naves. Afortunadamente él salvó la vida en el hielo para poder ayudar más tarde. Lightoller fue el oficial de mayor rango en sobrevivir al hundimiento del Titanic.
Fuente: The greatest war stories never told, de Rick Beyer.
Uno de los muchos héroes anónimos que contribuyó en la operación y que colaboró a salvar vidas poniendo en riesgo la suya propia fue un jubilado llamado Charles Lightoller. Puso todo su empeño en salvar a tantos hombres como pudo, sabiendo que el tiempo jugaba en contra y que cada minuto en la playa suponía un riesgo si el ejército alemán acababa llegando allí y atacando. Lightoller disponía únicamente de un pequeño yate con el que cruzó varias veces el Canal de la Mancha, poniendo en peligro su vida al sobrecargar la nave y, por supuesto, al convertirse en blanco de los aviones alemanes.
Lightoller no estaba dispuesto a rendirse, no estaba dispuesto a dejar hombres morir en la playa o incluso en el agua. En su pasado, treinta años antes, se había encontrado en una situación parecida, en la que la escasez de botes había producido finalmente la muerte de muchas personas. Quizás en aquel momento, en 1940, nuestro héroe pensaba en la noche de abril de 1912 cuando siendo segundo oficial del Titanic vio morir a hombres y mujeres entre el hielo por no tener un bote al que subirse. En Dunkerque, él ayudó, con sus propios medios, a que no faltaran las naves. Afortunadamente él salvó la vida en el hielo para poder ayudar más tarde. Lightoller fue el oficial de mayor rango en sobrevivir al hundimiento del Titanic.
Fuente: The greatest war stories never told, de Rick Beyer.