El pato empezó a jugarse entre granjas vecinas y ranchos alrededor del siglo XVI. El terreno de juego era el área de separación entre propiedades, que en ocasiones abarcaba varios kilómetros cuadrados, no había límite para el número de jugadores y la pelota era una cesta con un pato vivo en su interior. El objetivo del juego era llevar la cesta de vuelta a la granja o rancho propi.
La ausencia de reglas causó que el juego fuera en ocasiones extremadamente violento. Muchos gauchos resultaron muertos durante corridas, al "rodar" su caballo o siendo atropellados por otros caballos. También se dieron casos en que, en el fragor del juego, disputas entre rivales fueron dirimidas a cuchillo.
Por estas razones, la Iglesia católica hizo varios esfuerzos por suprimir el deporte y fue prohibido en 1822, hasta que en 1937 el estanciero bonaerense Alberto del Castillo Posse se dedicó a definir y reglamentar el juego y se reemplazó la cesta con el pato por la pelota actual.
En 1938 la provincia de Buenos Aires levantó la prohibición y en 1953 se declaró Deporte Nacional de Argentina. A pesar de esto, y por tratarse de un deporte practicado exclusivamente en zonas rurales, muchos argentinos desconocemos sus reglas. Una paradoja más de nuestra tierra. A continuación, y hablando de equinos, para desasnarnos un poco, les contamos en qué consiste.
La cancha (o "potrero") debe ser perfectamente llana y estar cubierta de grama o césped. Sus dimensiones son: largo entre 180 y 220 metros, ancho entre 80 y 90. Los aros, de un diámetro de un metro, están ubicados en la línea de fondo, montados verticalmente sobre postes de 2,40 m. El reglamento indica que cada aro (o "arco") debe poseer una red de 1,40 m de profundidad. El "pato" en sí es de cuero, con cámara neumática, y posee seis asas; suele ser de color blanco. Su diámetro, de extremo a extremo, es de 40 cm. Su peso máximo es de 1.250 g.
Los caballos usados en el pato de competencia son ejemplares del llamado caballo criollo, de hasta 1,45 m de alzada.
Los ocho jinetes comienzan el juego en posiciones prefijadas. El equipo que posee el pato avanza hacia la línea final para arrojar al aro y así concretar un tanto.
Los jugadores de ambos equipos tienen derecho a recoger el pato cuando éste se halla en el suelo, lo que exige un gran dominio del caballo y una gran fortaleza física. Quien se hace con el pato puede pasarlo a un compañero ("cachetear") o cabalgar rumbo al aro. Durante la cabalgada, se deben respetar ciertas reglas destinadas a evitar accidentes y preservar la competitividad. Notablemente, existe la obligación de asir el pato con la mano derecha y extender el brazo derecho; el pato es así "ofrecido" al rival, que puede intentar asir el pato y robarlo mediante la "cinchada" (el no "ofrecer" es una infracción llamada "negada").
La cinchada es el elemento característico del pato, y el más apasionante. Dos jinetes cabalgan a plena velocidad tomando el pato de un asa cada uno; mediante tirones limpios, intentan hacerse con el pato. Nótese que quien "ofrece" siempre cincha con su mano derecha; la mano que no cincha debe tener las riendas. Durante la cinchada está prohibido apoyarse en la silla.
El pato requiere un caballo entrenado y una gran agilidad por parte del jinete para recoger, cinchar, cachetear y convertir.
La ausencia de reglas causó que el juego fuera en ocasiones extremadamente violento. Muchos gauchos resultaron muertos durante corridas, al "rodar" su caballo o siendo atropellados por otros caballos. También se dieron casos en que, en el fragor del juego, disputas entre rivales fueron dirimidas a cuchillo.
Por estas razones, la Iglesia católica hizo varios esfuerzos por suprimir el deporte y fue prohibido en 1822, hasta que en 1937 el estanciero bonaerense Alberto del Castillo Posse se dedicó a definir y reglamentar el juego y se reemplazó la cesta con el pato por la pelota actual.
En 1938 la provincia de Buenos Aires levantó la prohibición y en 1953 se declaró Deporte Nacional de Argentina. A pesar de esto, y por tratarse de un deporte practicado exclusivamente en zonas rurales, muchos argentinos desconocemos sus reglas. Una paradoja más de nuestra tierra. A continuación, y hablando de equinos, para desasnarnos un poco, les contamos en qué consiste.
La cancha (o "potrero") debe ser perfectamente llana y estar cubierta de grama o césped. Sus dimensiones son: largo entre 180 y 220 metros, ancho entre 80 y 90. Los aros, de un diámetro de un metro, están ubicados en la línea de fondo, montados verticalmente sobre postes de 2,40 m. El reglamento indica que cada aro (o "arco") debe poseer una red de 1,40 m de profundidad. El "pato" en sí es de cuero, con cámara neumática, y posee seis asas; suele ser de color blanco. Su diámetro, de extremo a extremo, es de 40 cm. Su peso máximo es de 1.250 g.
Los caballos usados en el pato de competencia son ejemplares del llamado caballo criollo, de hasta 1,45 m de alzada.
Los ocho jinetes comienzan el juego en posiciones prefijadas. El equipo que posee el pato avanza hacia la línea final para arrojar al aro y así concretar un tanto.
Los jugadores de ambos equipos tienen derecho a recoger el pato cuando éste se halla en el suelo, lo que exige un gran dominio del caballo y una gran fortaleza física. Quien se hace con el pato puede pasarlo a un compañero ("cachetear") o cabalgar rumbo al aro. Durante la cabalgada, se deben respetar ciertas reglas destinadas a evitar accidentes y preservar la competitividad. Notablemente, existe la obligación de asir el pato con la mano derecha y extender el brazo derecho; el pato es así "ofrecido" al rival, que puede intentar asir el pato y robarlo mediante la "cinchada" (el no "ofrecer" es una infracción llamada "negada").
La cinchada es el elemento característico del pato, y el más apasionante. Dos jinetes cabalgan a plena velocidad tomando el pato de un asa cada uno; mediante tirones limpios, intentan hacerse con el pato. Nótese que quien "ofrece" siempre cincha con su mano derecha; la mano que no cincha debe tener las riendas. Durante la cinchada está prohibido apoyarse en la silla.
El pato requiere un caballo entrenado y una gran agilidad por parte del jinete para recoger, cinchar, cachetear y convertir.