Pétaso griego (Petasos) |
Empleado por cazadores y caminantes para protegerse del sol y de la lluvia, este sombrero de fieltro, el pétaso (petasos), tenía ala ancha y cuando no se llevaba en la cabeza colgaba a la espalda, sujeto con un cordón. El pétaso fue copiado por los etruscos y los romanos, y su popularidad persistió hasta bien entrada la Edad Media.
Los griegos usaban también un sombrero sin ala, en forma de cono truncado. Lo habían copiado de los egipcios y le daban el nombre de “pilos”, es decir, fieltro, el material con el que estaba fabricado. Aparecería con variantes en las culturas europeas, y con el auge de las universidades a fines de la Edad Media resurgió como “pileus quadratus” o birrete de cuatro lados.
En los tiempos clásicos, rara vez las mujeres se cubrían la cabeza, en tanto que los hombres seguían cubiertos bajo techado, e incluso en las iglesias y catedrales.
Esta costumbre persistió en el siglo XVI, cuando la popularidad de los cabellos postizos y el tamaño fenomenal de las pelucas hacía que el uso del sombrero resultara inconveniente cuando no imposible. Al extinguirse la moda de las pelucas, los hombres recuperaron el uso del sombrero, aunque ya no con la devoción del pasado, y tres costumbres quedaron totalmente cambiadas: el hombre jamás conservaba puesto el sombrero en el interior de una casa, en la iglesia o en presencia de una dama.
Fue en esta época, fines del XVIII, cuando las mujeres empezaron a usar con profusión sombreros adornados con cintas, plumas, flores y encajes. Anteriormente, en el caso más bien raro de que una mujer europea se cubriera la cabeza, lo hacía con un gorro en su casa o con una capucha si salía.
Con la nueva moda femenina, Milán se convirtió en la capital de la sombrerería europea y sus creaciones fueron objeto de una extraordinaria demanda.