EL COLECTIVO, UN INVENTO ARGENTINO

El primer colectivo del país se vió en Luján en 1922,y transportaba peregrinos desde la Estación Basílica hasta el Santuario. La línea se inauguró el 25 de mayo de ese año y su primer chofer fue Juan Brezani. 

Ese recorrido, a partir de la llegada de La Porteña inaugurando el ramal del ferrocarril, se cubría con coches a caballo, luego llegó el tranvía con tracción a sangre, sucediéndose las taxis hasta la irrupción del colectivo. 

Este colectivo estaba pintado de verde oscuro, una inscripción que lo presentaba como Servicio de Ómnibus, fileteado, y con un pescante posterior para el ascenso de pasajeros. Tenía 16 asientos y 8 ventanillas sin vidrios (con cortinas enrollables de cotín). Los primeros tranvías aparecieron con la electrificación de los servicios y correspondió a la Compañía Anglo Argentina la iniciativa, que echó a rodar la línea 2 el 30 de julio de 1902. Esta es la línea numerada más antigua de la ciudad. En la medida que se inauguraban nuevos servicios iban apareciendo más números de línea. 

El “taxi-colectivo” era un simple vehículo convencional con una capacidad para 7 personas. Luego irían expandiéndolo paulatinamente, el colectivo será el resultado del uso del automóvil carrozado sobre el chasis de camión adaptado -con pequeñas mejoras- con el fin de aumentar la capacidad de pasajeros. Es por ello que conserva su característica trompa, a diferencia de los ómnibus con su parte frontal achatada. 

Al competir en la misma calle hubo malestar, encontronazos, peleas y se dice que hasta algún tiro al aire, pero finalmente decidieron fusionarse y formar una sola línea que terminó siendo muy exitosa. El colectivo afrontó inconvenientes de todo tipo, ofensivas de los tranvías, impuestos especiales, incluso expropiaciones. Pero ganó las batallas y terminó ganando la guerra. 

El invento pasó a Uruguay, Paraguay, Brasil y, poco a poco, a muchas otras ciudades del mundo. El vehículo creció, fue pintado con alegres colores que servían para identificarlo, inscribió en sus costados el nombre de la empresa, llevó indicaciones y leyendas fileteadas finamente y hasta dejó que le colgaran el consabido zapatito del nene del espejito retrovisor. Cada uno de sus inventores fue dando un pasito más atrás y más allá, adonde siempre hay lugar, pero dejándonos su creatividad de recuerdo. 

Y el colectivo, ahí anda... literalmente hablando.