"Los que me lloran por muerto
Dejen ya de llorar
Vivo en el alma del pueblo
Nadie me puede matar."
Juan Bautista Bairoletto, nació en Santa Fé en 1894 y fue un caso paradigmático de bandidaje social.
Quinto hijo de un matrimonio de italianos que viajaron tras la promesa de un hogar próspero y prometedor, fue protagonista de innumerables andanzas delictivas que se transformaron en jugosas historias y anécdotas que los paisanos disfrutaron y disfrutan relatar.
Los comienzos de su vida fuera de la ley estuvieron relacionados con un caso de abuso policial. Su trayectoria, estuvo relacionada con el coraje y la insolencia. Luego de varias entradas a la cárcel, el 22 de junio de 1925, salió por última vez, para ya nunca más volver a ser apresado. En su trajinar se mezcló con la realidad política y social de su época, como lo demostró su simpatía por el anarquismo.
Su frondoso prontuario acumuló robos, hurtos, reparto de propaganda anarquista, asaltos y muertes. Pero ello no hizo mella en la admiración popular. Admiración que lejos de decaer se fue incrementando con cada nuevo crimen y nuevo escape, como si con esa admiración el puestero pobre, el trabajador de manos callosas, la mujer laboriosa, se tomaran una pequeña revancha de la policía, a la que él ridiculizaba con su libertad.
La gente lo ayudaba a huir, y cuando se refugiaba en un lugar le hacían llegar mensajes para prevenirlo, le proporcionaban alimentos, abrigo y cuidados. Como corresponde a la leyenda robaba a los ricos y ayudaba a los pobres, repartiendo lo obtenido entre sus amigos, protectores y gente necesitada.
Dejen ya de llorar
Vivo en el alma del pueblo
Nadie me puede matar."
Juan Bautista Bairoletto, nació en Santa Fé en 1894 y fue un caso paradigmático de bandidaje social.
Quinto hijo de un matrimonio de italianos que viajaron tras la promesa de un hogar próspero y prometedor, fue protagonista de innumerables andanzas delictivas que se transformaron en jugosas historias y anécdotas que los paisanos disfrutaron y disfrutan relatar.
Los comienzos de su vida fuera de la ley estuvieron relacionados con un caso de abuso policial. Su trayectoria, estuvo relacionada con el coraje y la insolencia. Luego de varias entradas a la cárcel, el 22 de junio de 1925, salió por última vez, para ya nunca más volver a ser apresado. En su trajinar se mezcló con la realidad política y social de su época, como lo demostró su simpatía por el anarquismo.
Su frondoso prontuario acumuló robos, hurtos, reparto de propaganda anarquista, asaltos y muertes. Pero ello no hizo mella en la admiración popular. Admiración que lejos de decaer se fue incrementando con cada nuevo crimen y nuevo escape, como si con esa admiración el puestero pobre, el trabajador de manos callosas, la mujer laboriosa, se tomaran una pequeña revancha de la policía, a la que él ridiculizaba con su libertad.
La gente lo ayudaba a huir, y cuando se refugiaba en un lugar le hacían llegar mensajes para prevenirlo, le proporcionaban alimentos, abrigo y cuidados. Como corresponde a la leyenda robaba a los ricos y ayudaba a los pobres, repartiendo lo obtenido entre sus amigos, protectores y gente necesitada.
En la década de 1930, se lo hacía responsable de cualquier asalto o muerte ocurrida, pero parecía un fantasma que la policía perseguía sin resultados. A principios de los años cuarenta se organiza una persecución dispuesta a terminar con él.
Bairoletto vivía en Carmensa (sur de Mendoza) bajo el nombre de Francisco Bravo, junto a su esposa Telma Ceballos y sus dos hijas, Juana y Elsa, de 2 años y 9 meses respectivamente.
En el amanecer del 14 de Setiembre de 1941 es ubicado por la policía y varios efectivos rodean su rancho. Ante los gritos de un peón, Bairoletto se levanta de un salto, busca sus armas y comienza un intenso tiroteo. Finalmente, viéndose rodeado, sin salida, y temiendo por la vida de su esposa e hijas, emprende su más larga huida. Su más brillante escape. Un plan que seguramente más de una vez había pensado. En un momento del tiroteo, él da vuelta su arma, apunta y se dispara.
Una vez más Juan Bautista Bairoletto, alias "el Pampeano", había huido. No pudieron con él sus enemigos, sedientos de sangre y venganza. Una vez más burló el cerco y cabalgó hacia pampas infinitas.