"El matrimonio es la tumba del amor..."
Giacomo Casanova
Si existe en la historia un héroe del erotismo, ese hombre es el personaje que nos trae esta burbuja desde el lejano siglo XVIII.
Giacomo Casanova, nacido en Venecia en 1725, tuvo una vida repleta de aventuras de todo tipo. Este errante caballero, fue soldado, espía, diplomático y escritor, pero sin duda su celebridad se debe a sus aventuras amorosas.
Su reputación quedó plasmada en sus Memorias, donde da cuenta de las 122 mujeres que pasaron por su cuerpo. Ya su primer experiencia había sido con dos mujeres de la nobleza veneciana, y a partir de allí, sus derroches de amor no se detuvieron. A pesar de que aseguraba buscar una mujer tanto física como mentalmente adecuada para vivir con él una plácida vida, no dudaba en mantener relaciones sexuales con cualquier prostituta o incluso desconocidas.
Para muchas, un personaje amable, simpático, inteligente, vigoroso, sagaz, curioso por la ciencia de su tiempo, de ideas perfectamente modernas, con una energía sobrehumana para resolver problemas prácticos, en fin, un galán absoluto. Para otras, un sinvergüenza, un estafador, un timador, un mentiroso, un vanidoso, un aprovechado. Lo cierto es que Giacomo no sólo fue un mujeriego empedernido, su inteligencia y vitalidad también lo llevaron a emprender numerosos proyectos por iniciativa propia. Según nos cuenta su autobiografía, aprendió a leer en menos de un mes. Estudió en la Universidad de Padua y en el seminario de San Cipriano de donde fue expulsado por conducta escandalosa. Para 1750 había trabajado como un clérigo, secretario, soldado, y violinista en varios países. Los vaivenes de su vida lo llevaron a los tribunales de media Europa, e incluso llegó a ser contratado por Luis XV como espía de la corte.
Como era de esperarse si consideramos su promiscuidad, contrajo tempranamente una enfermedad venérea, y con el tiempo sífilis y gonorrea. Y como era de esperarse también, a causa de su escandalosa y licensiosa vida, fue perseguido por la Inquisición. Esto lo olbigó a viajar de pueblo en pueblo y de país en país, pasando y dejando huellas por Venecia, París, Dresde, Praga, Viena, Londres y Madrid.
Finalmente fue detenido por sus manuscritos en los que enseñaba posturas sexuales impropias para la época, llegando a ser denunciado como mago y condenado a cinco años en una cárcel en el Palacio de los Dogos, aunque logró escapar y regresar a París, hazaña que lo catapultó más aún a la fama.
Otra de sus aficiones fue el juego y dando por tierra con la máxima que dicta "Desafortunado en el juego, afortunado en el amor", ganó la lotería en 1757, convirtiéndose en un millonario. Esto le permitió durante su años de exilio, codearse con grandes personalidades, como Luis XV, Ruosseau o Madame Pompadour. Incluso conoció a Mozart en Praga, y asistió a la primera representación de la ópera Don Giovanni.
Durante sus últimos años, un Casanova ya sin dientes y envejecido, se concentró en sus memorias para no volverse loco o morir de pena - según sus propias palabras - hasta que falleció en 1798, llevándose consigo el secreto de su éxito.