MILTON GLASER, I LOVE NEW YORK

En la década de los 70 la ciudad de Nueva York se hallaba sumida en una de sus mayores crisis fiscales. El crimen crecía sin ningún tipo de control y grandes negocios comenzaban su marcha buscando nuevas localizaciones. Todo este ambiente estaba haciendo sufrir a la imagen de Nueva York y el turismo estaba sufriendo en consecuencia.

Por ello, en el año 1977, el departamento de comercio del estado de Nueva York contrato a la agencia Wells Rich Greene para desarrollar una campaña de marketing para el estado de Nueva York. William S. Doyle, el jefe del departamento, también contrató a Milton Glaser, para trabajar como diseñador en la campaña de Wells Rich Greene.

Con esta campaña se pretendía buscar que la gente viera Nueva York como algo más que una gran urbe con todos los problemas que eso supone, siendo un lugar del que disfrutar y en el que poder vivir. De este modo, se buscaba que la campaña turística estuviera dirigida tanto a recuperar el turismo que se estaba perdiendo como a todos los habitantes del estado de Nueva York.


La primera idea de Glaser fue utilizar el simple eslogan “I love New York” (Me gusta Nueva York) en dos líneas, con una tipografía elegante que llamara la atención. Pero tras pensar un día entero, anotó en una hoja “I Love New York” y se percató de que únicamente necesitaba las mayúsculas para hacer llegar el mensaje.

Inspirado en el eslogan “Virginia is for Lovers” de la campaña de 1969 del estado de Virginia, Glaser creó un logo que consistía en la letra I seguida del símbolo del corazón en rojo. Debajo situó las letras N e Y escritas en la patriótica tipografía American Typewriter, resultando el logo que todos conocemos.

Originalmente la campaña estaba pensada para que durase únicamente un par de meses, pero su éxito la ha hecho perdurar con el paso de los años como una marca de identidad de la ciudad de Nueva York. Sus camisetas blancas con el logo estampado aún siguen siendo a día de hoy uno de los recuerdos de Nueva York más vendidos.

En los últimos años, esta maca ha sido explotada por muchos otros lugares como Londres, París, Los Ángeles, San Francisco o México DF. También la idea ha sido explotada más allá de los corazones, siendo el ejemplo más característico el I (trébol) Boston.

BRUCE LEE, EL VERDADERO DRAGON


Bruce Lee fue un artista marcial, actor e incluso filósofo que como todos saben falleció a la temprana edad de 32 años, considerando una leyenda en las artes marciales e inspiración para muchos su legado permanece hasta la actualidad. 

Bruce nació el 27 de noviembre de 1940 en California, Estados Unidos y es de origen chino. Fundador del Jeet Kune Do y experto en Kung fu, se realizó ya hace tiempo una película inspirada en la vida de este personaje sin embargo fue muy criticada pues hubieron muchas incongruencias entre la vida real y lo que se contó en la cinta.

Esta vez revisaremos algunas curiosidades acerca de la vida de Bruce Lee:

Sus padres lo llamaban “Sai Fon” que traducido al español significa “Pequeño Dragón” pero el nombre de Bruce no se lo pusieron ellos sino una de las enfermeras del hospital Jackson Street donde nació Bruce. Con sólo tres meses de nacido viajó a Hong Kong ya que sus padres eran originarios de dicha ciudad y creció en China hasta que cumplió los 18 años, edad en la que volvió a su natal San Francisco en los Estados Unidos.

Bruce Lee comenzó su carrera como actor cuando tenía apenas 6 años y a pesar de que se le consideraba como actor él siempre prefirió ser reconocido más como un practicante de artes marciales en lugar de actor. En toda su vida sólo fue derrotado en una pelea y fue cuando tenía 13 años, haber sido derrotado influyó de manera importante en su decisión de aprender artes marciales siendo uno de sus mentores un maestro de Wing Chun de nombre Yip Man.

En 1970 Bruce se lesionó la espalda a causa de una rutina de entrenamiento demasiado extrema y en las cuales cargaba considerables cargas pesadas para ejercitarse, esto desmiente la creencia de que Bruce haya sufrido su lesión durante una pelea lo cual no ocurrió así, la lesión fue delicada al punto que los médicos no tenían muchas esperanzas de que se recuperara pero sorprendentemente logró sanar por completo.

Al contrario de lo que se puede pensar Bruce Lee no tenía genes perfectos, usaba lentes de contacto y además no fue aceptado por el Ejército de los Estados Unidos luego de pasar el examen físico indispensable para ingresar. Sin embargo su habilidad y el dominio completo de su cuerpo eran prodigiosos, Bruce lograba alcanzar la velocidad de cinco centésimas de segundo al lanzar un golpe y tenía la habilidad de usar los palillos chinos para atrapar granos de arroz lanzados al aire.

En una ocasión mientras entrenaba con James Coburn lanzó una patada a un saco de box de 68 KG con tal fuerza que lo terminó rompiendo. Realizó una demostración de artes marciales en Long Beach Sports Arena con los ojos completamente vendados.

Cuando se encontraba filmando la película “Enter The Dragon” en 1973, repentinamente un 20 de julio de ese año comenzó a sentir un intenso e insoportable dolor de cabeza al punto que tuvo que descansar no sin antes tomar un analgésico, Bruce quedó dormido y no despertaría jamás pues misteriosamente entró en estado de coma, lo llevaron al hospital pero al llegar ya había fallecido. Fue en Hong Kong, Kowloon donde se rodaba la película, su funeral se realizó en dicha ciudad para luego ser llevado a Seattle en Estados Unidos donde actualmente descansan sus restos.

Su muerte sigue siendo un misterio pues no se sabe la verdadera causa del fallecimiento, abriéndose a partir de él infinidad de conjeturas. La más difundida en su momento fue que Bruce fue asesinado, presuntamente por las huestes más conservadoras de las artes marciales orientales que no toleraban la postura de Bruce que siempre se ocupó de difundir su doctrina en todo el mundo, fundamentalmente en los Estados Unidos.

Pasarían muchos años para que Brandon, su hijo, falleciera misteriosamente durante el rodaje de un film, hecho que tampoco quedó completamente esclarecido.

UN SACERDOTE EN AUSCHWITZ


"Si no conseguían atrapar al prisionero fugado, todos sabíamos las consecuencias… matarían a diez de nuestro barracón".

Estas eran las palabras de Franciszek Gajowniczek, prisionero polaco Nº 5659 del campo de exterminio de Auschwitz.
La noche del 30 de julio de 1941, en el último recuento del día, faltaba un compañero del barracón de Franciszek. Sonaron todas las alarmas, los encerraron a todos y los alemanes comenzaron su búsqueda… Por un lado, nos alegrábamos de que alguien pudiese escapar de aquella condena pero, por otra lado, suponía la muerte de otros. A la mañana siguiente, sin haber conseguido capturar al prófugo, nos sacaron a los 2.000 recluídos en el barracón y nos tuvieron en posición de firmes durante todo el día bajo el sol abrasador. Por la noche, el coronel de las SS Kark Fritsch volvió a pasar lista para elegir a los 10 prisioneros que, como represalia, serían ajusticiados… Franciszek Gajowniczek estaba entre ellos. Cuando dijeron su nombre, dio un paso al frente y murmuró:
Pobre esposa mía; pobres hijos míos.
El compañero que tenía al lado, el prisionero Nº 16.770 Maximiliano Kolbe, se adelantó y dijo:
Coronel, soy un sacerdote católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el lugar de este hombre que tiene esposa e hijos.
Al coronel no le hizo mucha gracia pero, al fin y al cabo, qué más daba matar a uno u otro. Para que la muerte fuese lenta y agónica, los encerraron para morir de hambre… Bruno Borgowiec, un polaco que fue asignado a prestar servicio en la celda donde fueron encerrados, contó antes de morir en 1947:
El hombre encargado de vaciar los cubos de orina siempre los encontraba vacíos. La sed les condujo a beber el contenido. El padre Kolbe nunca pidió nada y en lugar de quejarse animaba a los otros diciendo que el fugitivo podría aparecer y todos serían liberados (efectivamente, apareció muerto en una letrina pero el coronel ya no quiso dar marcha atrás). Uno de los guardias de las SS comentó: este sacerdote es realmente un gran hombre. Nunca he visto a nadie como él…
Dos semanas pasaron de este modo. Uno tras otro morían, hasta que sólo quedó el padre Kolbe. Aquello se alargaba demasiado y decidieron ponerle fin: una inyección letal. Aquel sacerdote, hijo de alemán y polaca, fue, durante el tiempo que estuvo recluido, una pequeña luz de esperanza en un lugar de desesperación y muerte; igual que lo había sido para 3.000 refugiados polacos, entre los que se encontraban 2.000 judíos, cuando los escondió en un convento cerca de Varsovia tras regresar de Japón y la India donde fundó varios conventos.
Treinta años después, cuando Franciszek Gajowniczek asistió a la beatificación de Maximiliano Kolbe, pronunció estas palabras:
Sólo pude darle las gracias con la mirada. Yo estaba aturdido y no podía comprender lo que estaba pasando: Yo, el condenado, sigo viviendo y otra persona, voluntariamente, ofreció su vida por mí. ¿Es esto un sueño? [...] no tuve tiempo de decirle nada a Maximiliano Kolbe. Me salvé. Y se lo debo a él. La noticia se extendió rápidamente por todo el campamento. Fue la primera y la última vez que un incidente sucedido en toda la historia de Auschwitz.
Durante mucho tiempo sentí remordimiento al pensar en Maximiliano por permitir que me salvase firmando su sentencia de muerte. Pero ahora, al reflexionar, comprendí que un hombre como él no podía hacer otra cosa. Tal vez pensó que como sacerdote su lugar estaba al lado de los condenados para ayudarles a mantener la esperanza [...]
El 10 de octubre de 1982, el Papa Juan Pablo II lo canonizó.


Fuentes: AuschwitzAciprensa, Antología de muertes apacibles – Javier López Facal

LA CAJA NEGRA


El término caja negra está muy difundido por las noticias. Y todos sabemos a lo que se refiere.

Pero no todo el mundo sabe que la caja negra ni es una, ni es caja ni es negra.

¿Y por qué la llamamos así? Pues vamos a ver…

Caja negra, o black box, es un término genérico para designar equipos electrónicos de una aeronave, que se originó en la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. Las primeras cajas negras eran, literalmente, cajas con cubierta negra que contenían diferentes dispositivos para el lanzamiento de bombas. Más tarde el término se amplió para incluir diferentes aparatos de navegación. Y cuando se instalaron los primeros grabadores de datos de vuelo en las aeronaves civiles, se siguió utilizando el nombre sin importar el color que realmente tuvieran.

Si a este conjunto de aparatos se les llama caja negra es por una traducción literal del inglés black box, que alude al significado de “contenedor” más que de “caja” —en lo que respecta a box— y más al significado de “oscuro, secreto” que de “negro” en lo que respecta a black.

No hay que olvidar que si estamos frente a un mecanismo cuyo funcionamiento interno desconocemos, pero sí sabemos utilizarlo y proporcionarle lo necesario para obtener de él lo que queremos, también podremos llamarle black box.

El sistema de grabación de datos de vuelo contenido en la caja negra consta de tres unidades: la grabadora de conversaciones, situada en la parte delantera del aparato, la unidad de adquisición de datos técnicos, colocada en la cola del avión y la unidad grabadora, que se suele colocar en la parte superior de la cabina. Gracias a la grabación y registro de 60 parámetros de vuelo, junto con las conversaciones entre la torre de control y el avión, los avisos a los pasajeros y el micrófono de ambiente de la cabina durante los últimos 30 minutos de vuelo, se pueden saber las causas de los accidentes para intentar ponerles remedio.

Ahora bien, estos aparatos recubiertos de un robusto armazón se pintan de color naranja brillante, de amarillo o de cualquier otro vivo color, para facilitar su localización en caso de siniestro.

A ver quién era el guapo que las encontraba pintadas de negro entre los restos de un avión accidentado.

EL PRECIO DE ALASKA

Alaska es el estado número cuarenta y nueve de Estados Unidos y fue el penúltimo en incorporarse al país. Hasta aquel momento, Alaska había sido territorio ruso, a pesar de algunos intentos por parte de españoles y británicos de hacerse con, al menos, parte del territorio.

Rusia no consideraba aquel territorio demasiado productivo, lo cual, unido a unas necesidades imperiosas de liquidez, llevaron a la venta del mismo en el año 1867 a los Estados Unidos. El Secretario de Estado de este país, William H. Seward, se encargó de la operación e incorporó al mismo una parte sustancial de tierras a cambio de 7,2 millones de dólares de la época.

La operación se hizo efectiva el 18 de octubre de 1868, Día de Alaska en la actualidad, pero no tuvo demasiada buena acogida por parte de muchos ciudadanos, gran parte de políticos y no pocos periódicos. También lo consideraban un lugar inóspito e improductivo. Años más tarde, en torno a 1890, se descubrieron importantes yacimientos de oro en la zona y la percepción cambió, haciendo de Alaska un paraíso que vivió su propia fiebre en torno al dorado y apreciado metal.

Parece que después de todo los estadounidenses no hicieron un mal negocio comprando Alaska. Pero sin duda, el negocio fue mucho más rentable para el hombre que compró la isla de Manhattan en el año 1626 por un importe que rondaba los veinticuatro dólares. Un holandés llamado Peter Minuit la compró en 1626 a los indios. El precio que pagó fueron varias cuentas de cristal, unos trapos rojos y unos botones de cobre. El costo total fue de 24 dólares de la época.

Fuente: historiasdelahistoria.blogspot.com

MARSHALL TAYLOR, EL CICLON NEGRO


En 1865 se aprobó la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que abolía y prohibía oficialmente la esclavitud en los Estados Unidos de América y, con excepciones limitadas (como a los condenados por un delito) prohibió la servidumbre involuntaria. Pero en el día a día, sobre todo en los Estados del Sur, todavía existían prejuicios raciales.


Marshall Walter Taylor nació el 26 de noviembre de 1878, en el estado de Indiana. Su padre, Gilbert, el hijo de un esclavo Kentucky, luchó por la Unión en la Guerra Civil y luego trabajó como cochero de los Southards, una familia adinerada de Indianápolis. Cuando Taylor era un niño, solía acompañar a su padre para ayudarle con los caballos y entabló una estrecha amistad con Dan, el hijo de los Southards de su misma edad. De hecho, cuando Marshall tenía 8 años, se llegó a mudar a la casa de los Southards donde recibió la misma educación que Dan. Aquellos felices recuerdos se truncaron cuando la familia se trasladó a Chicago y Marshall tuvo que volver a su casa… a la cruda realidad. Con 13 años tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a la economía familiar y lo hizo de repartidor de periódicos con la bicicleta que los Southards le habían regalado cuando se marcharon. Aquella bicicleta se convirtió en su compañera inseparable.

Un avispado comerciante local, propietario de la tienda de bicicletas Hay and Willits, se fijó en la facilidad que Marshall tenía para hacer piruetas y acrobacias con la bici, así que lo contrató para hacer exhibiciones en la puerta de la tienda para atraer clientes. En las exhibiciones se vestía con un uniforme militar y desde aquel momento se quedó con el apodo de "Major". La tienda en la que trabajaba patrocinaba una competición ciclista local y el día de la carrera Tom Hay, su jefe, le llevó, en teoría, sólo para verla… cuando llegaron le apuntó: con 13 años, Marshall “Mayor” Taylor ganaba su primera competición con una superioridad abrumadora. Durante algunos años más siguió trabajando en la tienda y compitiendo en algunas carreras amateur pero con 17 años conoció a Louis Munger, un exciclista y fabricante de bicicletas, que se convertiría en su manager y, sobre todo, en un buen amigo.

Munger le inscribió para competir en una carrera profesional en Indianápolis… aunque sólo podían competir blancos. En un principio pensaron echarlo pero luego decidieron que sería mejor dejarlo participar… ¿Qué iba a hacer un amateur negro contra los profesionales blancos? Con 17 años batió dos récord en pista (mile y fifth mile). Aunque la respuesta de los organizadores fue prohibirle volver a participar y no validar aquellos registros, ahora todos conocían al Ciclón Negro. Munger se lo llevó a Worcester (Massachusetts) donde tenía la fábrica y compitió en New York en una prueba de resistencia de seis día, consiguió terminar pero decidieron que no competería más en en este tipo de pruebas. Pero lo que sí consiguió en New York fue hacerse profesional.

En 1897 comenzó a competir en el circuito nacional pero el color de su piel le supuso muchas limitaciones: los promotores de las pruebas del Sur le impedían participar, otros muchos competidores le insultaban y lo tiraban de la bici en plena carrera, incluso uno le llegó a coger del cuello y lo dejó inconsciente (se saldó con una multa de $ 50)… Pero no sólo en la competición, cuando compró una casa en un buen barrio de Worcester los vecinos hicieron una colecta para recomprarla por $ 2000 más, algunos hoteles se negaban a alojarlo… Aún así, Taylor consiguió siete récords mundiales, ganó 29 de las 49 carreras que disputó como profesional y en 1899 logró el Campeonato del Mundo en Montreal (Canadá). Su fama saltó a Europa y los promotores franceses quisieron contratarlo y, aunque al principio se mostró reticente, accedió con la condición de no competir en domingo – era un devoto seguidor de la Iglesia Baptista -. En 1902 compitió en el circuito europeo – en igualdad de condiciones que los blancos – ganando la mayoría de las carreras en las participó y cimentando su reputación como el mejor ciclista del mundo. La gira europea continuó hasta Australia para convertirse en el deportista mejor pagado de la época ($ 30.000 anuales).

En 1910, con 32 años, Taylor se retiraba. Algunos fracasos empresariales, el crack del 29, la separación de su mujer y la enfermedad dejaron al Ciclón Negro solo y arruinado. Durante unos años sobrevivió vendiendo por las calles su autobiografía The Fastest Bicycle Rider in the World. En 1932, a los 53 años, murió y fue enterrado en una fosa común en el Cementerio Mount Glenwood de Chicago. Años mas tarde, un grupo de exciclistas profesionales que conocían la historia de Taylor exhumaron sus restos y los enterraron en una tumba individual con una placa de bronce que reza:

Al Campeón Mundial de ciclismo que superó el difícil camino sin odio en su corazón. Honesto, valiente, creyente, de vida limpia y caballeroso deportista. Un recuerdo a su carrera en la que siempre dio lo mejor. Te has ido pero no te olvidamos.


Fuentes e imágenes: Afrik News, Smithsonian, Cronoramia

HARRY HOUDINI, MAGIA Y MISTERIO

Harry Houdini rescató la magia de las ferias y la puso a la cabeza de la industria del entretenimiento... La biografía de uno de los magos más famosos de la Historia está cubierta por misterios y leyendas que él mismo alimentó. Como otros inmigrantes en E.E.U.U., Houdini intentó esconder sus orígenes: su lugar de nacimiento, Hungría, su nombre, Ehrich Weiss, e incluso la identidad de su padre, un rabino frustrado.


Gracias a sus aptitudes físicas desde muy joven trabajó como trapecista y contorsionista. Más tarde, tras conocer la obra del prestidigitador Robert-Houdin, decidió cambiarse el nombre en su honor y dedicarse a la magia de vodevil. Empezó formando pareja con uno de sus hermanos, Theo, a quién pronto sustituyó por Beatrice Rahner, la cantante y bailarina con la que se casaría. En sus espectáculos, Houdini combinaba los juegos de cartas con los números de escapismo. La creciente aceptación de estos últimos le llevó a perfeccionarlos e innovar su técnica.

Pese al éxito de sus actuaciones,Houdini aún no era demasiado conocido. Fue a principios del siglo XX, durante una gira por Europa, cuando se convirtió en una celebridad mundial. En 1904, cuando regresó a E.E.U.U., ya no era un simple mago: se había convertido en “el rey de las esposas”. Su habilidad para promocionarse resultó decisiva. Lo primero que hacía al llegar a una ciudad era actuar en plena calle, retando a los policías a que era capaz de escaparse de toda esposa o camisa de fuerza que le pusieran.

Sus funciones eran una mezcla infalible de trucos, destreza técnica y capacidad física. Se decía que podía dislocarse los hombros a voluntad, controlar los reflejos de la garganta para esconder herramientas en su interior y soportar hasta el extremo el dolor físico. Combinaba la estética sadomasoquista, muy impactante en la época, con acciones temerarias y sobrehumanas. Números como “La celda de la tortura china”, donde se sumergía atado de pies y manos en un acuario, forjarían su leyenda como indiscutible maestro del escapismo. Muchos intentaron imitarle, lo que le obligó a registrar sus invenciones.

La muerte de su madre en 1913 le acercó al espiritismo. Animado porArthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes y espiritista convencido, el mago buscó en estas prácticas un consuelo. Pero solo encontró a un grupo de farsantes a los que definió como “traficantes de la inmortalidad”. Tras una sesión en la que una médium le dio un mensaje fraudulento de su madre, Houdini emprendió una cruzada contra ellos, desvelando sus trucos y desenmascarando sus montajes. Los médiums, indignados, invocaron a los espíritus para que se lo llevasen.

No tardarían en ver cumplidos sus deseos.Houdini murió víctima de una peritonitis. ¿Qué causó esa infección?. La verdad más extendida culpa a un estudiante de Montreal que propinó al mago varios puñetazos en el abdomen como parte de una apuesta. Los golpes le perforaron el apéndice y provocaron la mortal infección. Otra teoría habla de que Houdini ya estaba enfermo, pero que, dada su habitual negativa a suspender sus espectáculos, no recibió atención médica a tiempo. La tercera, y más reciente, tiene que ver con una conspiración de espiritistas con el fin de envenenarle. En 2007 la familia del mago solicitó la exhumación de sus restos, pero esta le fue denegada. 

Cubierto de misterio hasta su muerte.